El diccionario define gesta como un hecho memorable, una hazaña. A lo largo de nuestra historia hay determinados hechos que han marcado el devenir de lo que después sería la nación que conocemos por España. Mucho antes de que el término nación se acuñara y mucho antes por tanto de los nacionalismos de uno y otro signo, los españoles hemos forjado nuestro destino y nuestra identidad colectiva en condiciones nada fáciles las más de las veces. Casi siempre en hechos de armas pero siempre con determinación y esfuerzo.

  Hemos sido capaces de hazañas que dejan pasmado a cualquiera que se acerque a su estudio sin dogmatismos. Por citar sólo algunos casos que todos conocemos (o deberíamos conocer): que en un rincón de Asturias, en un desfiladero bajo el monte Auseba los cristianos logren vencer por primera vez a los moros en once años en lo que después se llamaría la batalla de Covadonga, dando así comienzo a la Reconquista de España. Que muchos años después caballeros de todas las tierras de España, combatiendo codo con codo, volvieran a vencer a los musulmanes en Las Navas de Tolosa, frustrando así el último intento islámico por recobrar el territorio perdido en la península. Que un puñado de hombres, y algunas mujeres posteriormente, se echaran a la mar en naves que más parecían cascarones de nuez y descubrieran un continente. Cantareras que desafían las balas francesas para llevar agua a nuestras tropas en Bailén y así un largo etcétera de hazañas, de gestas que nos han hecho ser el gran país que hoy somos gracias al esfuerzo y la determinación de los que nos precedieron y que supieron tener altura de miras.

Por todo lo anterior y por más cosas, se puede decir sin temor a equivocarnos que España ha salvado dos veces el destino y el modo de ser de Europa, la primera con la Reconquista y la segunda en Lepanto, acción que un bravo soldado de marina (todavía no se llamaba Infantería de Marina), definió como “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.

 Ahora que vivimos de nuevo tiempos difíciles echo de menos ese espíritu esforzado que parece que no ha sobrevivido a los avatares de la historia. Echo de menos ese patriotismo, en el mejor y más noble sentido del término, que parece que ya sólo aflora con las victorias de la selección española de fútbol. Ahora que todo el mundo está enfrascado en sus pequeñeces y que el interés general parece una  entelequia, una cosa irreal, es cuando más necesitamos unidad y altura de miras. Es importante que cada cual luche por lo que cree sus derechos, pero es más importante garantizar el bienestar de nuestros hijos, de los que vendrán después que nosotros. Estoy convencido de que las medidas que están tomando Rajoy en España y Cospedal en Castilla-La Mancha son dolorosas pero necesarias. Cuando hayamos remontado el vuelo y estas medidas se estudien en las facultades nuestros hijos nos preguntarán qué hicimos nosotros para arrimar el hombro. Allá cada cual con su respuesta.

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Written by Miguel Angel Rodríguez
He sido muchas cosas, ahora solo un ciudadano de a pie que expresa su opinión sobre los asuntos de su interés, que son variados. Si no os gusta lo que leéis podéis seguir circulando. Sin acritud. Per aspera ad astra.