Paseando por la Gran Vía madrileña y a poco que uno se fije, no es difícil encontrar un majestuoso edificio que da a varias calles, conocido tradicionalmente como Casino Militar de Madrid, hoy Centro Cultural de los Ejércitos. En su acceso principal se aprecia un relieve con la efigie de un guerrero clásico y el lema latino acuñado por Vegecio hacia el año 390: “si vis pacem, para bellum”, traducido, si quieres la paz, prepara la guerra. En la literalidad de la frase no cabe duda de lo imprescindible que era para el autor disponer de una fortaleza militar que disuadiera a los enemigos de un hipotético ataque. El autor pensaba que una apariencia de debilidad podría alentar a sus adversarios para agredirlos y por eso era necesario prepararse para la guerra, y así tener más posibilidades de mantener la paz. Evidentemente, el mundo actual con sus intereses y alianzas geopolíticas hacen que la situación no sea comparable, pero lo que está claro es que aún en una situación de paz, las naciones tienen que seguir invirtiendo en su defensa y en sus Fuerzas Armadas. Ojalá éstas no fueran necesarias y todos los conflictos se resolvieran pacíficamente, pero por desgracia mientras esto no sea así, seguiremos necesitándolas. A lo anterior habría que sumar lo que la industria de defensa supone en términos de PIB y de creación de riqueza y de puestos de trabajo.
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