Sin haber cazado nunca y sin ni siquiera haber estado cerca de una cacería, reconozco el beneficio social y económico que la caza produce en una región y en una provincia eminentemente rural como la nuestra. La caza está enraizada en el modo de vida de nuestros pueblos y es el principal sustento para muchas familias. La caza es cultura con mayúscula y ya en la inmortal obra de Cervantes éste presenta al protagonista, a Don Quijote, como “gran madrugador y amigo de la caza”, con pasajes en los que describe con gran belleza lances y monterías por La Mancha y el Campo de Montiel. Imprescindible para los amantes de la caza y del Quijote el libro de Santiago Ballesteros sobre el asunto.
Además es una actividad económica de primer orden. Por eso me sorprenden los ataques a la caza por parte de los que no son capaces de aportar ninguna otra alternativa más allá de dejar que nuestros pueblos se queden sin población, sin recursos y desaparezcan. Entre esos que atacan al sector cinegético se encuentra, sorprendentemente, el ejecutivo regional de García-Page. El pasado 15 de marzo las Cortes de Castilla-La Mancha aprobaron, con los votos de PSOE y PODEMOS, la nueva ley de caza. Una ley que modifica la anterior y que sale con la oposición del sector, cosa que al Gobierno de Page, tan dialogante, parece darle igual. En palabras del diputado popular Francisco Núñez “con este cambio en la ley, el Gobierno regional ha puesto en marcha una hoja de ruta para cargarse la caza en Castilla-La Mancha” al tiempo que le afeaba a Page el hecho de enfrentarse con los cazadores, que según Núñez, “son tratados como delincuentes” por el ejecutivo. Expertos consultados manifiestan que la nueva ley incluye cuestiones poco o nada convenientes, en especial para la supervivencia a cierto nivel de las especies de caza menor, con un resultado final rechazado públicamente por los miembros de la Mesa de la Caza y especialmente aplaudido por las organizaciones ecoabandonistas. Esos ecologistas “sandía”, como los llamaba el maestro Ussía, por ser verdes por fuera y rojos por dentro. En definitiva, una nueva ley para nuestra región aplaudida por PODEMOS y por los colectivos contrarios a la caza y empeñados en dejar la actividad en mínimos, como paso previo a su desaparición. Por todo ello ayer los cazadores salieron a la calle en toda la región. Convocados por la Real Federación Española de Caza y la federación regional, se echaron a la calle para reivindicar este «modo de vida» y exigir medidas que pongan fin a la impunidad de los «insultos», «ataques» y «agresiones» a este colectivo que aseguran vienen de parte de organizaciones ecologistas y animalistas «con la connivencia» de algunas administraciones públicas. El lema elegido no puede ser más contundente “Sí a la caza, nuestra forma de vida». Al Gobierno de España también le piden que tome medidas en la reforma del Código Penal para frenar la «impunidad en las redes sociales» de los colectivos «radicales» que se amparan en el anonimato y en la libertad de expresión para atacar «de forma indiscriminada» a todos los cazadores, cazadoras y hasta niños aficionados a la caza. Las reivindicaciones de los cazadores son las nuestras porque tenemos un objetivo común: el desarrollo económico y social de nuestros pueblos.
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