Algunos de los que ahora lean este artículo me habrán oído contar un chascarrillo, que al primero que se lo escuché fue a Ramón Barreda, cuando era compañero en el equipo de Gobierno del Partido Popular. Se trata de un paisano que a mediados de los años 50 del pasado siglo XX llega a Madrid para resolver un negocio. Una vez en la capital del reino se embarca en una juerga de las que crean afición y, siendo hombre previsor, decide poner un telegrama a su esposa: “perdido tren hoy y mañana”, rezaba el sorprendente mensaje. Sin duda el ferrocarril y su mundo siempre ha sido terreno fértil para las anécdotas y para la literatura. Pero además ha sido un símbolo de progreso y de modernidad. El ferrocarril llegó a Ciudad Real el 14 de marzo de 1861 con la apertura del tramo Almagro-Ciudad Real de la línea que prolongaba hasta la ciudad la línea férrea que venía desde Alcázar. La importancia de la llegada del ferrocarril quedó inmortalizada en un cuadro, que hasta hace poco colgaba en el despacho de alcaldía del Ayuntamiento de Ciudad Real. Se trataba de la llegada de la locomotora “Cervantes” a la laguna Terreros en 1868, recientemente desecada por el entonces alcalde Agustín Salido, que se puede ver a bordo de la locomotora. Viene todo esto a cuento porque hace unos días se cumplían 25 años de la llegada del AVE a Ciudad Real. Una efeméride que ha pasado sin pena ni gloria para los ciudadrealeños, y que se ha limitado a la instalación de una maqueta de la máquina del AVE en la entrada del Ayuntamiento, por parte de dos concejales del equipo de Gobierno, mientras que Pilar Zamora prefería celebrarlo por su cuenta en Madrid junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y demás autoridades.
Si a finales del s. XIX fue importante la llegada del ferrocarril a Ciudad Real, la llegada del AVE en 1992 supuso un antes y un después. Creo que no me equivoco si digo que, junto a la Universidad, los dos acontecimientos más importantes del pasado siglo XX. En 1989, el entonces alcalde independiente Lorenzo Selas, tuvo claro que se debía apostar por esta infraestructura. Perder el AVE habría sido perder el tren de la historia y se trabajó para obtener ese objetivo. Su gestión posterior, ya pasado al PSOE con armas y bagajes fue desastrosa para la ciudad, pero esa es otra historia que los que le sucedieron no quisieron airear. Ahora, en nuestra ciudad se echan de menos esas políticas con mayúsculas. Se echa de menos un modelo de ciudad en el que para conseguirlo todos rememos en la misma dirección. En Ciudad Real hacen falta políticos con visión de futuro que hagan política con mayúsculas. Suena bastante ridículo y denota cierto complejo de inferioridad que alguien se defina a sí mismo, en este caso a sí misma, como “alcaldesa con mayúsculas” como hace Pilar Zamora. La diferencia entre los grandes y los mediocres radica en que mientras unos inauguraban una estación para el tren de Alta Velocidad, otros inauguran una maqueta. A veces hay que mirar al pasado para aprender, no para buscar revancha. Y sobre todo no hagamos como el paisano, no perdamos el tren “hoy y mañana”.
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