Según el artículo 66 de la Constitución las Cortes Generales representadas por el Congreso y el Senado representan al pueblo español; por analogía se debe entender que nuestras Cortes autonómicas representan al pueblo de Castilla-La Mancha. Nuestro Parlamento constituye el Poder Legislativo, del que emanan las leyes autonómicas. Pero junto a esa función legislativa exista otra no menos importante que es la función de control al Gobierno. En cualquier parlamento democrático el Gobierno debe someterse al legítimo control de su actuación por parte de los grupos de la oposición. Esto es así hasta el punto de que el Tribunal Supremo, refiriéndose también a los plenos ordinarios de los ayuntamientos, se ha pronunciado en el sentido de que en dichos plenos se debe dedicar una parte de la sesión al control del Gobierno, mediante un apartado específico que tenga sustantividad propia. El mismo artículo de la Constitución que he mencionado antes establece que el Parlamento además de legislar tiene entre sus funciones la de controlar la acción del Gobierno (art.66.2). Pues bien, en nuestra región estamos viviendo una situación anómala en la que los plenos aparecen y desaparecen como el Guadiana a capricho del partido mayoritario, el PSOE. Esta jueves día 25 no va a haber sesión de pleno porque el PSOE a través de los órganos que controla en el Parlamento no ha querido convocarlo. Y no será porque no haya asuntos urgentes que resolver en nuestra región, que se lo digan a los hosteleros, agentes de viajes, autónomos, profesionales de la cultura y del deporte, tercer sector…Si no hay pleno no hay control al Gobierno y el presidente Page y sus consejeros no dan cuenta de sus actuaciones al órgano que representa a todos los castellano-manchegos, así de sencillo.
Pero se puede rizar aún más el rizo. Puede ser que haya pleno, como ocurrió el pasado jueves 18, y tampoco haya control al Gobierno. Esto puede suceder porque en una decisión sin precedentes la Mesa, controlada por el PSOE, solo incluyó un punto en el orden del día a propuesta del PSOE. Está claro que si el punto lo propone el partido del Gobierno ese punto va a ser un masaje al presidente Page en forma de loas y alabanzas. Y así fue. El encargado del masaje fue el vicepresidente Guijarro, que alabó la lluvia de millones y los magníficos frutos que dará ese nuevo Plan Marshall que la Unión Europea ha aprobado para mitigar en la medida de lo posible la crisis económica derivada del coronavirus. El pasado jueves el Gobierno abrió y cerró el debate sin límite de tiempo en ninguno de los dos casos, haciendo un sándwich a la exigua intervención que el reglamento de las Cortes deja para la oposición en este tipo de Debates Generales. No me cabe en la cabeza que el día que se debe convocar pleno ordinario solo se incluya un punto, que ese punto sea el del partido del Gobierno y dictado por el propio Gobierno y que además no se incluya el apartado de control al Gobierno a través de las correspondientes preguntas orales, preguntas que nunca contesta el presidente Page que delega esa labor en los consejeros, convirtiéndose en el único presidente autonómico que no responde de su actuación en las Cortes.
El pasado jueves me sentí como José María Pemán, académico y miembro del Consejo Nacional del Movimiento, que se refería a este órgano (sustituto del Senado durante el franquismo) como “un órgano colegiado que se reúne de vez en cuando para escuchar lo que dice el aconsejado” .El pleno de las Cortes de Castilla-La Mancha no debería convertirse en un nuevo Consejo Nacional de Movimiento en el que solo se escuche la voz del Gobierno porque la mayoría absoluta no puede derivar en mayoría absolutista.
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