caballeros en corpusPara la prensa local ha pasado inadvertido que el pasado 6 de mayo en el Palacio Real de Madrid, tomó posesión como presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares S.A.R. D. Pedro de Borbón-Dos Sicilias y de Orleáns. S.M el Rey lo nombró para este cargo el 28 de abril de 2014 tras la renuncia del duque de Calabria por motivos de salud. Este Real Consejo fue creado en 1489 por los Reyes Católicos para el gobierno de las Órdenes, una vez que estas pasaron a depender de la Corona.  Este Consejo llegó a tener su sede en el Palacio Real hasta que en 1717 fue trasladado, junto con otros Consejos, al Palacio del Duque de Uceda, llamado desde entonces “Palacio de los Consejos”, actualmente ocupado por el Consejo de Estado y hasta hace poco tiempo por la Capitanía General de Madrid, actualmente Primera Subinspección General del Ejército, en la calle Mayor de la capital de España. En 1809 José Bonaparte decretó la disolución del Consejo de las Órdenes y la desamortización de sus bienes, y en marzo de 1873 la Primera República disolvió las Órdenes Militares, que fueron restablecidas nuevamente en abril de 1874. En abril de 1931, el gobierno de la Segunda República acordó, también, dicha disolución pero permitiendo que se constituyeran como asociaciones. La noticia no tendría más importancia en nuestra ciudad si no fuera porque Ciudad Real es la sede del Priorato de las Órdenes Militares y la ciudad y la provincia están íntimamente ligadas a estas instituciones nobiliarias desde los tiempos de la Reconquista. Todos conocemos en la provincia de Ciudad Real  topónimos de lugares y municipios que recuerdan esa vinculación a las Órdenes Militares y que son testigos permanentes de ese rico pasado.

Entre los documentos legados al Ayuntamiento de Ciudad Real por doña Elisa Cendrero figura un libro de 1652 titulado “Definiciones de la Orden de Caballería de Calatrava, conforme al Capítulo General celebrado en Madrid”. En dicho libro se hace referencia a la necesidad de fundación de la Orden en estas tierras de esta forma: “Esto se vio claramente en la fundación de la Sagrada Religión e ínclita Caballería de Calatrava, a quien Dios plantó en el corazón de España cuando la amenazaba su mayor ruina”. Y es que esta orden se creó en 1158 para proteger la fortaleza de Calatrava, junto al río Guadiana, que había sido arrebatada a los árabes por Alfonso VII en 1147. En el plano religioso y  ya en el siglo XIX Su Santidad el papa Pío IX, mediante las Letras Apostólicas Ad Apostolicam, de 18 de noviembre de 1875 crea la Prelatura Cluniense o Priorato Nullius Dioeceseos de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa (que son las Órdenes Militares Españolas). El día 4 de febrero de 1980, por la Bula Constat Militarium, ejecutada por el Nuncio Apostólico Mons. Innocenti, el día 5 de marzo de 1981, San Juan Pablo II elevó a Diócesis, la Prelatura Cluniense o Priorato de las Órdenes Militares. Le dio el nombre de “Diocesis Civitatis Regalensis” y nombró como primer obispo al entonces Prelado Cluniense Mons. D. Rafael Torija de la Fuente, que queda desvinculado de la Iglesia titular de Dora, pero conserva el título de Prior de las Órdenes Militares, por razones históricas. La vinculación de los miembros de las actuales Órdenes Militares con Ciudad Real es notable y así cada año en la solemnidad del Corpus Christi se puede ver una notable representación de los mismos custodiando al Santísimo. En 2007 tuve la oportunidad de compartir con muchos de ellos en Roma la beatificación de D. Narciso de Estenaga y Echevarría, el que fuera el séptimo Obispo-Prior de nuestra Diócesis y su fiel capellán el sacerdote Julio Melgar Salgado, asesinados ambos el 22 de agosto de 1936, y cuyos restos descansan para su veneración por los fieles, debajo del altar mayor de nuestra catedral.

Enhorabuena a Don Pedro de Borbón-Dos Sicilias por ese nombramiento que sin duda es una muestra del aprecio que S.M el Rey siente por la familia de su primo el infante D. Carlos.

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Written by Miguel Angel Rodríguez
He sido muchas cosas, ahora solo un ciudadano de a pie que expresa su opinión sobre los asuntos de su interés, que son variados. Si no os gusta lo que leéis podéis seguir circulando. Sin acritud. Per aspera ad astra.