Una de las primeras personas a las que conocí cuando llegué a Nuevas Generaciones hace treinta años fue a José Alberto. Yo era un joven estudiante de Derecho y él, diez años mayor, ya ejercía de abogado y además era el alcalde de su pueblo, Malagón. Ni qué decir tiene que enseguida José Alberto Martín-Toledano Suárez se convirtió en un referente para mí y para muchos otros jóvenes de aquellas Nuevas Generaciones, que anhelábamos que el Partido Popular se rejuveneciera con la aportación de nuestras ideas y veíamos en él un espejo en el que mirarnos, por su juventud y por su forma de ser.
José Alberto ha sido muchas cosas en política, porque era una persona con una valía fuera de toda duda. Trabajador incansable, orador brillante, jurista de sólida formación y con fuertes convicciones. Y por si estas cualidades no fueran suficientes, estaba dotado de un fino sentido del humor, rasgo inequívoco de las personas inteligentes. Sin embargo su carácter se forjó en la adversidad; huérfano de madre desde muy niño, él y su hermano tuvieron en su tía Maruja la figura materna que les faltó tan prematuramente. Quizá por eso José Alberto valoraba tanto a su familia que junto a su padre, José María, fueron su faro y su mayor desvelo: su esposa Maite y sus hijos, su gran pasión junto al servicio público.
Más que un político al uso, para muchos siempre ha sido la imagen del perfecto servidor público. Una persona que pudiendo vivir bien de su profesión decidió dedicar su vida a la actividad pública e institucional. Su principal actividad política ha estado ligada al municipalismo, tanto en su faceta de alcalde de Malagón como en sus responsabilidades en la Diputación Provincial de Ciudad Real, de la que llegó a ser vicepresidente entre 1995 y 1999, con el también añorado Luis Jesús Garrido como presidente. Posteriormente fue diputado provincial en varias legislaturas más. Años más tarde fue elegido como diputado nacional por Ciudad Real, cargo que desempeñó con el rigor que siempre le ha caracterizado, pese a que la enfermedad ya hacía mella en su cuerpo. Sus idas y venidas al hospital no impidieron que su trabajo en la comisión de Interior del Congreso fructificase en importantes acuerdos entre el Gobierno de España y los representantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que siempre han tenido en José Alberto a un valedor. Por toda su trayectoria de servicio público y a propuesta del Ayuntamiento de Malagón cuando él ya no era alcalde, fue recompensado con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil, una condecoración que concede Su Majestad el Rey a propuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores. Le fue impuesta en su pueblo en junio de 2013 por la entonces presidenta del Gobierno regional, María Dolores de Cospedal, ante cientos de vecinos y de amigos que quisimos acompañarlo ese día. Pero él no le daba excesiva importancia a estas cosas y siguió trabajando con tenacidad y defendiendo sus ideales con rigor y honestidad hasta el último día.
Querido José Alberto, querido amigo, en el día de tu despedida le pido a tu Santa Teresa de Jesús que te presente presto ante nuestro Señor, que Él sin duda sabrá recompensar los afanes y los sinsabores de una vida plena dedicada al servicio a los demás. Porque a pocos como a él le cuadran mejor esas cualidades que definen a la espiga: “firme en la tierra, flexible al viento, duro en la trilla, y haciendo pan”. José Alberto Martín-Toledano Suárez (1963-2024). In memoriam.
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