En determinadas circunstancias ustedes saben que el lenguaje corporal es tan expresivo, o más, que el lenguaje de las palabras. A veces sucede que cuando no se puede hablar porque otra persona está en el uso de la palabra, hay gente que se dedica a averiguar por los gestos y las posturas la influencia que las palabras del orador causan en el auditorio. Para un político es importante mantener la compostura en determinados momentos para no dar la sensación de haber sido sorprendido o aventajado por el rival y más cuando hay cámaras delante.
Cuentan que el célebre Talleyrand era hombre que conservaba la impasibilidad en todos los momentos de su vida. Quizá por eso ocupó puestos de responsabilidad durante el reinado de Luis XVI, durante la Revolución e incluso en la época imperial de Napoleón. Un superviviente, vamos. El mariscal Murat decía de él: “es un hombre del que si hablando con vos recibiese una patada en el culo, por la cara no os daríais cuenta”.
Pues bien, durante el pasado Debate sobre el Estado de la Región, celebrado esta semana en las Cortes de Castilla-La Mancha, la bancada socialista no mantuvo la calma como Talleyrand y todos pudimos comprobar que el torpedo lanzado por Cospedal a la línea de flotación del discurso socialista había dado en el blanco. Sus caras eran un poema. El PSOE con García Page a la cabeza traía en mente que la presidenta de Castilla-La Mancha hablaría de la herencia recibida y de la losa que ha supuesto suceder en el cargo a una administración socialista derrochona y manirrota cuando no cosas peores. Lejos de eso, Cospedal habló de propuestas, de futuro y de esperanza para nuestra tierra. Hubo pasado, sí, el que representaba el portavoz socialista Martínez Guijarro que evoca lo peor del barredismo y de una forma de hacer política que ha llevado a nuestra región prácticamente al borde de la quiebra y del colapso financiero.
El futuro de Castilla-La Mancha debe estar ligado, según la presidenta, a tres ámbitos: la educación, la innovación y la internacionalización. Es importante orientar la política exportadora y comercializadora de las empresas y de las cooperativas para cambiar el modelo productivo de nuestra región que con el PSOE se limitaba a “o trabajas para la administración, si es con carné del PSOE mejor, o te coges cada mañana un autobús para la obra en Madrid”. Se plantearon muchas propuestas e iniciativas como la celebración de una cumbre mundial del vino en nuestra provincia que marcará un antes un después en el sector, pero sin duda la propuesta que más expectación generó fue la de suprimir la mitad de los diputados regionales y que los que queden no cobren un sueldo público como tal, sino las indemnizaciones a las que tengan derecho por el desempeño de su cargo. En este caso la bancada socialista recibió una patada en el culo, cariñosamente y en sentido figurado claro, pero a diferencia de Talleyrand si que se les notó en la cara.
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