Desde el punto de vista climatológico febrero de 2022 pasará a la historia por ser un mes inusual. Las elevadas temperaturas de los primeros días ya han sido calificadas como “anómalas”, al tratarse del inicio de febrero más cálido desde 1990. La primavera pugna por abrirse paso y en días posteriores, con el mes casi vencido, en muchos puntos de España se superan los 20 grados de temperatura. Desde el punto de vista político también pasará a la historia por ser un mes inusual y con altas temperaturas… en el Partido Popular. Han sido cinco días de febrero, desde el jueves 17 al lunes 21 que han supuesto para mi partido pasar por su hora más oscura. Aquí va la cronología de los hechos de esos primeros cinco días que fueron los más difíciles. Cuando aún no se vislumbraba una salida.
El detonante: sobre las 23,00 h del miércoles 16 el periódico digital EL CONFIDENCIAL publica: “Fontaneros de Génova contactaron con detectives para investigar al hermano de Ayuso”. Esa filtración hace que empiecen a arder los teléfonos móviles y los whatsapp.
Fue el jueves 17 cuando el público en general conoció la noticia filtrada, al ser difundida por los grandes medios en papel, las radios y las televisiones en sus ediciones de ese día. Titulares como este de EL MUNDO: “Un cargo municipal recurrió a un detective para investigar a Ayuso”. En este mismo diario el editorial ya se titulaba “PP: una deriva autodestructiva”. El antaño monárquico, liberal y dinástico ABC llevó a su portada este titular: “La pelea entre Casado y Ayuso deriva en guerra sucia sobre presunta corrupción”. EL PAÍS tituló: “El PP investiga si Ayuso favoreció a su hermano en un contrato”. Ni que decir tiene que la noticia causó una honda preocupación entre nuestras filas, pero ni por asomo pensé, al menos yo, que pudiera tener las consecuencias que está teniendo. No pude evitar pensar, al igual que Cicerón, aquello de “Cui prodest” ¿Quién se beneficia de una filtración así? Sin duda esta locución latina puede servir para determinar la autoría del acto que permanece desconocido al preguntarse por, y llegar a determinar, quiénes se habrían de beneficiar con sus resultados. Cuando sí fui consciente de la magnitud de lo que se avecinaba fue cuando ese mismo jueves, pocas horas después de la filtración, Isabel Díaz Ayuso convocó a los medios y pasadas las 13,00 h acusaba a la dirección nacional de actuar contra ella, al tiempo que pedía la depuración de responsabilidades en el PP nacional y regional. Cayó la bomba y provocó una desacertada contestación en rueda de prensa del secretario general García Egea alrededor de las 15,00 h de ese mismo día 17. No sé quién aconsejó a Egea el tono y el contenido, pero desde luego cargar contra el principal activo electoral del PP, anunciando la apertura de expediente informativo, no fue bien visto ni por la militancia ni por los votantes. Esa misma tarde dimite Carromero. Una figura controvertida empotrada en el Ayuntamiento de Madrid pero al servicio de Génova, según cuentan. Los que llevamos algún tiempo en el partido sabemos de lo que gustan los dirigentes de tener a “carromeros” cerca. Ni Egea ha sido el primero ni será el último en tenerlo ya que en todos los partidos y en las organizaciones grandes pululan figuras así. Desde luego ejemplares a desterrar de la vida pública. Pero lo peor estaba por llegar.
El viernes 18 EL MUNDO titula: “La guerra de Casado contra Ayuso desangra al PP: De aquí solo queda uno” El editorial era elocuente y constataba que el periódico había tomado partido “El PP no puede seguir en estas manos”. EL PAÍS repartía las culpas: “Casado y Ayuso dinamitan el PP”. La Razón titula: “El PP expedienta a Ayuso que pasa al ataque: Me quieren destruir”. Y el ABC remachaba: “Guerra civil en el PP con Casado desaparecido”. Lo peor del día a mi juicio fue la intervención del presidente Casado el viernes 18 en el programa de máxima audiencia de COPE. A primera hora de esa mañana Casado fue entrevistado por Carlos Herrera. Después de escucharlo los militantes, los cargos intermedios y los españoles en general no salíamos de nuestro asombro. Sus frases: “llegó una información con datos bancarios y fiscales…” (sin aclarar cómo le llegó ni quién se la hizo llegar), “la cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas se pueda contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros de beneficio por vender mascarillas…” el contrato público “es de un importe relevante como para pensar que ha habido tráfico de influencias…” Ahí se certificó el fin. En días posteriores Casado ha llegado a decir que no entendía por qué se tenía que ir si él no había hecho nada malo, si acaso había hecho cosas mal. Esta entrevista una de ellas. Utilizando un símil aeronáutico la nave había llegado al punto de no retorno. Llegados a este punto es conveniente advertir que no pretendo entrar en la peliaguda cuestión de quien tiene razón, porque obviamente me faltan muchos datos, “ni quito ni pongo rey” cuento las cosas como sucedieron y tal como yo las viví en ese momento en función de lo que los medios nos contaban. Lo cierto y verdad es que la opinión pública y la opinión publicada sentenciaron a Casado, y las adhesiones entusiastas de las primeras horas fueron menguando.
El sábado 19 LA RAZÓN ya publica en portada: “EL PP calienta el congreso nacional para poner orden interno”; El ABC “Presión de los barones para que Casado destituya a García Egea” (muchos de ellos elevados a esa categoría por el propio Egea…”tú también hijo mío…”); EL MUNDO: “Los barones erigen portavoz a Feijóo y piden la cabeza de Egea”
El domingo 20 sigue el drama. EL MUNDO titula: “Implicados en el espionaje señalan que el encargo salió de la sala de guerra de Egea”; “Casado afirma que cerrará el expediente de Ayuso tras ver las pruebas de Ayuso, pero exige que ella asegure que no la investigaron”; EL PAÍS: “Casado recula ante Ayuso mientras los barones cuestionan su liderazgo” “Dirigentes de peso critican el papel de su líder, pero también el de Ayuso”. “El primer consenso es que debe destituir ya a Teodoro García Egea”; LA RAZÓN: “El PP acepta las pruebas que ha presentado Ayuso para acabar con la crisis”; ABC: “Ultimátum de los barones del PP a Casado para que convoque ya el congreso nacional” Ni que decir tiene que todo esto se vivía con zozobra. Los afiliados y los votantes nos paraban por la calle y nos preguntaban que a qué estábamos jugando. Teniendo delante a un Pedro Sánchez al frente del peor Gobierno de la democracia, aliado de la ultraizquierda y de los filoetarras, el PP se desdibujaba como alternativa de Gobierno perdido en luchas intestinas; hundido en egos, personalismos y grandes dosis de testosterona. Ese domingo unos 3.000 partidarios de Isabel Díaz Ayuso se concentraron en la calle Génova para aclamarla a ella y para insultar y pedir la dimisión de Pablo Casado y de su equipo entre el regocijo de nuestros adversarios políticos. Terrible e innecesario.
Llegamos así al lunes 21. Último día de esta crónica que he titulado “cinco días de febrero”, los que van del jueves 17 a este pasado lunes 21. Este día EL MUNDO se hace eco de un panel de Sigma Dos y titula: “Casado hunde al PP y dispara a VOX al borde del sorpasso”; “Los electores populares le dan un suspenso, le echan la culpa de lo ocurrido y piden echar a Egea”; EL PAÍS: “Casado resiste pese al aumento de presión de los barones del PP”; “Dirigentes territoriales reclaman la salida del actual líder y la convocatoria de un congreso extraordinario para aupar a Feijóo como sustituto”; ABC en una portada durísima retrata al presidente Casado solo y cruzando un paso de cebra cual Rubicón con un título a modo de epitafio: “Casado, una dimisión obligada”. El lunes ya nadie se preguntaba quien tuvo la culpa. Nadie se interrogó con el “cui prodest”. Independientemente de las razones de fondo, Casado y los suyos se empeñaron en un pulso que todos percibíamos como absurdo y suicida, contra una mujer tocada por la gracia, que cuenta con el apoyo de la calle y que por ello gana elecciones. Casado también hubiera ganado y habría sido un gran presidente, estoy convencido, pero no supo ser líder, ni medir los tiempos, ni aplicar las virtudes inherentes a esa condición. El mismo lunes Feijóo hizo unas declaraciones que clarificaban todo. “Desde hace cinco días vivimos una convulsión en el PP y en la democracia española. Pedimos a las partes que se reunieran para aclararlo, pero no ha sido así. Es tiempo de tomar decisiones (…) no serán decisiones fáciles, serán complejas, pero creo que deben ser urgentes porque el PP es la única alternativa a un muy mal Gobierno de España”. Poco más que añadir. En días posteriores conocimos la dimisión de García Egea y que Casado seguirá presidiendo el partido hasta la próxima celebración del congreso extraordinario.
Por mi parte, coincido con los pensadores clásicos en su visión trágica de la condición humana y por el bien de nuestro partido espero que nadie se empeñe en una resistencia heroica como en la batalla de las Termópilas. Para algunos puede ser atractiva la fantasía romántica de luchar hasta el final, cuando el final es la destrucción de todas las cosas. Toca que los afiliados tomen la palabra y elijan a la persona que debe conducir esta nave hacia la victoria desde la unidad y la superación de las rencillas y esa persona tiene que ser Alberto Núñez Feijóo. La hora más oscura puede convertirse en la mejor hora si sabemos lo que hay que hacer y somos capaces de hacerlo.
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