El pasado martes diecisiete de junio el Senado de España cumplía el último trámite legislativo necesario para aprobar la ley que permite la abdicación de S.M. el Rey Don Juan Carlos I. Un día después el Rey estampará su firma en la ley orgánica que permite hacer efectiva su abdicación, en su último acto como jefe del Estado, ante su hijo, el futuro Rey Felipe VI, y el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, a quien le corresponderá refrendar la última norma sancionada por don Juan Carlos en su reinado. El proyecto de ley fue apoyado por el 90,3 por ciento de los senadores presentes, ya que de los 258 que ocupamos los escaños, 233 votamos a favor (PP, PSOE, PSC, UPN y Foro Asturias), 5 en contra (IU, ERC e ICV) y 20 se abstuvieron (CiU, PNV y CC). Todos los allí presentes teníamos la sensación de estar asistiendo a un momento crucial y trascendente de la historia de España. Creo que incluso los que se subieron al estrado con la escarapela tricolor y después votaron que no, sabían que estaban asistiendo a un pleno del Senado con un orden del día casi irrepetible.
En el Partido Popular nunca hemos tenido dudas en el apoyo a la Monarquía Parlamentaria como forma de Estado establecido en la Constitución y en el respeto hacia el titular de esa institución. Tanto nuestra secretaria general María Dolores Cospedal, como el presidente Rajoy siempre han dejado claras estas cuestiones. El Partido Popular sigue siendo garantía de estabilidad constitucional, política, territorial y social y ha liderado en el Congreso y en el Senado la normalidad en el debate sobre la ley de abdicación de Su Majestad y vamos a seguir trabajando por un proyecto de futuro para España que es lo que importa, por encima de intereses particulares y territoriales.
Además los españoles están dando ejemplo de su madurez y responsabilidad democrática reafirmando su apuesta por la estabilidad democrática y por los vínculos que les unen en solidaridad y concordia. Esa madurez es, sin duda, una de nuestras ventajas competitivas para superar la crisis económica y afrontar un nuevo escenario de recuperación. Gracias a la transparencia y normalidad con que se está llevando a cabo la sucesión en la Corona, España está dando ejemplo y proyectando una magnífica imagen ante el mundo. Es la mejor prueba de solidez de nuestras instituciones y del consenso social en torno a nuestra Constitución y a nuestra democracia que tanto debe a la figura de Don Juan Carlos. Creo que la Monarquía es el punto de encuentro de todos los españoles y un símbolo de nuestra convivencia en paz.
Su Majestad ha sido el mejor portavoz, la mejor imagen de España y defensor infatigable de los intereses y bienestar de los españoles. Don Juan Carlos se propuso ser el Rey de todos los españoles y lo logró: fue el principal impulsor de la democracia en cuanto accedió al trono y su baluarte cuando la vio amenazada. Ahora Felipe VI es la apuesta por la estabilidad democrática. Una persona de su tiempo y con una gran preparación para coger el testigo y asumir el enorme reto que tiene por delante. Se ha esforzado en conocer y defender la diversidad de nuestros pueblos y culturas, y su importancia en la contribución a la unidad de todos. Viva el Rey.
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