Para muchos de mi generación Sancho Gracia siempre será “Curro Jiménez”. El gran actor recientemente fallecido que ha interpretado otros muchos papeles a lo largo de su trayectoria, siempre será recordado a lomos de un caballo tordo, gesto decidido, trabuco al hombro y faca en la faja. Era el prototipo de bandolero valiente y bueno. También un héroe que luchaba contra el “francés” en los tiempos aciagos de la invasión napoleónica. En una incipiente televisión con sólo dos canales, la primera y el UHF, la emisión de la serie era el momento en el que toda la familia se congregaba frente al televisor, con el componente sentimental que ello implica con el paso del tiempo.
A lo largo de los años el cine, la literatura e incluso los libros de historia han presentado al bandolero, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres o que luchaba contra los invasores franceses, con un halo romántico. Con la simpatía que provocan las causas perdidas, cuando en muchos casos eran delincuentes.
En algunos sectores de la izquierda radical quieren presentarnos al golfales del alcalde de Marinaleda como un “Curro Jiménez” redivivo. Como la reencarnación de un “Robin Hood” justiciero. Con esa imagen histriónica que parece una mezcla del “risitas” y de Karl Marx y ese lenguaje pretendidamente revolucionario e igualitario, asalta fincas y roba en supermercados atropellando derechos y libertades de los que no piensan como el.
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