El próximo martes 31 de octubre, el día que cumple los dieciocho años, S.A.R. la Princesa Leonor jurará y acatará la Constitución ante las Cortes Generales tal y como establece el artículo 61 de la Constitución Española, que dice que “el Príncipe heredero” (en este caso princesa), al alcanzar la mayoría de edad prestará el juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas. Desde luego no es un hecho protocolario, sino algo tasado en la Constitución que además tiene una gran carga simbólica. La que será Jefa del Estado como legítima sucesora de la dinastía histórica, será también el símbolo de la unidad y de la permanencia de España. Este juramento viene precedido por otro no menos importante como fue el Juramento a la Bandera que prestó el pasado 7 de octubre como dama cadete de la Academia General Militar de Zaragoza, sellando con ese beso el compromiso total y absoluto con España de la que será también la futura capitán general de los Ejércitos.
Políticamente el acto del martes llega en un momento convulso en la historia reciente de España. Con un Gobierno en funciones, que sigue intentando recabar votos buscando en cualquier vertedero ideológico con tal de conseguir que Pedro Sánchez sea investido de nuevo. Sánchez ensucia la palabra España cuando dice, sin un atisbo de rubor, que “defiende la amnistía a los golpistas catalanes en interés de España”. Cuánto peligro encierran esas palabras. Tejero secuestró el Congreso también en interés de España, según él. La última vez que la Constitución se vio amenazada fue la actitud del Rey Juan Carlos, abuelo de Leonor, el que salvó la situación a la vez que se ganaba de golpe la legitimidad como Jefe del Estado, que muchos le escamoteaban. Porque no hay que olvidar, y así lo recoge Cercas en su magnífica obra sobre el golpe “Anatomía de un instante”, que el golpe del 23 de febrero seguramente se empezó a gestar ya en noviembre de 1975, en el mismo momento en que después de ser proclamado Rey ante las Cortes franquistas, D. Juan Carlos declaró que su propósito consistía en terminar con las dos Españas irreconciliables. Así lo creía el general Gutiérrez Mellado tal y como recoge Cercas en la citada obra. Hoy la Constitución corre peligro, porque atacar la unidad y la indisolubilidad de la Nación es atacar a la Constitución. El martes, con el juramento de la futura Reina, la Constitución volverá a estar protegida por la heredera de esa legitimidad histórica y esa legitimidad ganada. Su padre Felipe VI también ha defendido de manera inequívoca la Constitución y la unidad de España ante el empuje del secesionismo. Tejero, Miláns, Armada y otros pagaron su osadía con la cárcel y nadie les amnistió. A su manera eran hombres de honor. Los golpistas de hoy en día se fugan de España en el maletero de un coche para no asumir las consecuencias de sus actos y desde Bruselas ordenan, mandan y ponen presidentes afines a sus intenciones. Ojalá me equivoque, pero no me gusta el panorama que se dibuja en el horizonte.
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