Pensar globalmente o tener una visión estratégica de los asuntos es una cualidad que muy pocas personas poseen. Suele pasar que ese tipo de personas, líderes en sus respectivos campos de actuación, chocan con los prejuicios de la mayoría cuando exponen su idea ya que ésta, a priori, parece extravagante o descabellada. A lo largo de la historia existen ejemplos extraordinarios de hechos que no se habrían producido de no haber mediado la voluntad firme y decidida de este tipo de personas, con una inteligencia preclara y una visión a largo plazo. Hechos que no se habrían producido de no ser por esas personas que encuentran oportunidades y retos que los demás no ven y que son capaces de poner los medios para llevarlos a cabo. El Descubrimiento de América por Cristóbal Colón es un ejemplo paradigmático. Pero hay otro caso que quizá en España es menos conocido y que pese a haberse producido en 1867 tiene trascendencia incluso en la actualidad. Se trata de la compra del territorio de Alaska a la Rusia zarista por parte del Gobierno de Estados Unidos, entonces presidido por su presidente número diecisiete, Andrew Johnson. El actor principal de la operación fue su Secretario de Estado, William H. Seward, que ideó una operación de una importancia estratégica vital y que sin embargo no fue bien acogida por la prensa y la opinión pública estadounidense en su momento.
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