El Greco y el Quijote forman parte de las señas de identidad de Castilla-La Mancha. La realidad del pintor y la ficción creada por Miguel de Cervantes caminan juntas en el imaginario colectivo de nuestra región. Cuesta incluso diferenciar si el Greco fue un personaje de novela y el “Caballero de la Triste Figura” un caballero de carne y hueso o viceversa. Si consideramos que el personaje creado por Cervantes hubiese sido real, ambos habrían vivido en la misma época histórica en lo que hoy es Castilla-La Mancha. Una época, finales del S. XVI y principios del S. XVII, que coinciden con el reinado de Felipe III, el primero de los Austria “menores”, y con el inicio de la crisis del poderío y de la conciencia española. Según el gran historiador francés Pierre Vilar, España “confrontaba sus realidades con sus mitos, para reír o para llorar”. Hoy en Castilla-La Mancha seguimos confrontando las realidades con los mitos pero el llanto ya no aflora. La fértil realidad artística de El Greco, frente al mito universal de Don Quijote. Así, los eventos programados en este año de El Greco situarán a nuestra región en el epicentro del turismo cultural del mundo. La magna exposición que el viernes inauguraron la reina Doña Sofía y la presidenta Cospedal es un acontecimiento irrepetible. Y es que, aunque parezca sorprendente, nunca se había realizado una exposición sobre el Greco en Toledo. En 1902 se celebró la primera muestra sobre el artista en el Museo del Prado y, desde entonces, la figura del pintor se ha dado a conocer a través de exposiciones en el mundo entero, pero nunca en Toledo, su ciudad.
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