En alguna ocasión he escrito en este espacio del llamado síndrome del foso de la orquesta. Viene a cuento recordarlo en estos momentos, porque lo que está pasando en la actualidad tiene más que ver con el espectáculo que con las ideas y los programas. Este síndrome se explica con una escena muy gráfica: Un político sube a un escenario. Explica todas las medidas que ha tomado para solventar una papeleta muy difícil. Además desglosa de manera brillante y efectiva un programa de gobierno completo y necesario. Añade ejemplos emotivos, arranca el aplauso del público varias veces y cuando ha terminado se baja entre exclamaciones de satisfacción del respetable, que ya nota en sus bolsillos esas medidas de recuperación de las que se han hablado en el escenario. Sale después un segundo político. En el tramo de escaleras que lo separa del atril, tropieza y cae al foso de la orquesta. ¿Cuál de los dos saldrá en las portadas y acaparará los titulares de la mañana siguiente? Pues algo así pasa en España. Parece que en estos momentos gana más adeptos y acapara más portadas el que hace la propuesta más estrambótica o la actuación más llamativa y si además es joven y guapo, tiene plus añadido en la prensa. Pues mire, que quieren que les diga. Para que lleven el rumbo del Estado y para solucionar la papeleta que tenemos, la guapeza no vale.
Recuerdo cuando yo decidí entrar en política. Era algo más joven que ahora y ser joven no era ningún mérito. Al revés, se decía que la experiencia era fundamental para adoptar decisiones pausadas y con criterio. Ahora parece ser que es todo lo contrario. Prima ser joven y guapo, independientemente del mensaje, y por ello se desprecia sistemáticamente la voz de la experiencia. Porque cuando el único mérito que puede ofrecer un político es la juventud, se corre el riesgo de que no sea sensible con otros colectivos necesitados de apoyo por parte del Gobierno y que no entran dentro de sus parámetros de edad. Con el Partido Popular se tiene la garantía de que se gobierna para todos. Por ejemplo, con el Partido Popular jamás se congelarán las pensiones como hizo Zapatero. Pero además Rajoy ya ha dejado claro que las pensiones de viudedad están aseguradas a perpetuidad y con los mismos criterios de revalorización que otras pensiones, independientemente de la financiación que tengan, es decir de si se pagan con cargo a la Seguridad Social o a los ingresos del Presupuesto General del Estado.
Quizá porque su programa de gobierno se asienta también en la guapeza de sus candidatos, CIUDADANOS ha lanzado otra propuesta digna de la antología del disparate. Esa propuesta consiste en que desaparezcan los ayuntamientos de menos de cinco mil habitantes, lo que supondría el cierre de siete mil ayuntamientos en toda España y del 75% de los ayuntamientos de nuestra provincia. Esa propuesta nace en despachos situados en altas torres del centro financiero de las capitales y supone un profundo desconocimiento de la realidad española. Desde el Partido Popular siempre reivindicaremos el mantenimiento de los pueblos, de los ayuntamientos y del medio rural de nuestro país. Porque para que el señor Albert Rivera mantenga su tipito, hacen falta agricultores y ganaderos en nuestro medio rural y además manteniendo los mismos derechos que el resto de españoles que viven en ciudades. Porque nosotros creemos en la igualdad de todos los españoles, vivan donde vivan, vivan en el medio urbano o vivan en el medio rural, y los ayuntamientos y las diputaciones son un instrumento muy eficaz para prestar servicios en condiciones de igualdad al resto de españoles que viven en esos territorios. Por eso el PP de Ciudad Real el pasado sábado organizó un acto en Torralba de Calatrava para decir alto y claro: “mi pueblo no se cierra”.
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