De niño, cuando todavía no sabía lo que era la ley de la conservación de la energía, me hacía gracia y me generaba intriga la afirmación esa de que la energía no se crea ni se destruye solo se transforma. A este blog, en el que llevo escribiendo ininterrumpidamente desde 2012 y al que destino parte de mis energías, le ha llegado el momento de transformarse. Este papiro digital en el que vierto mis opiniones sufre a partir de hoy una transformación sencilla, solo de diseño, para hacerlo más visual sobre todo cuando se accede desde un dispositivo móvil, aunque en un ordenador o tableta se sigue apreciando mucho mejor, al menos para mi gusto. Cosas de la tecnología.
Y aunque se sigue accediendo con las tres uve dobles seguido de plazadelamarina.es, cuando se entra se ve que el título del blog ha cambiado. Por razones obvias, el blog se llamaba “desde la Plaza de la Marina” que es donde se encuentra el Senado de España y en aquel momento yo era senador, por lo que los temas tenían un componente de política nacional importante. Ahora mismo desempeño mis funciones en las Cortes de Castilla-La Mancha y escribo generalmente desde mi casa en los pocos ratos libres que me deja la política, cerca del monte de la Atalaya. Por eso se llamará “al socaire de la Atalaya”. Sigo con las acepciones marineras porque socaire significa según la RAE el abrigo o defensa que ofrece algo en su lado opuesto a aquel de donde sopla el viento. Y así me siento, defendido o protegido por este monte que en nuestra ciudad alberga risas, juegos infantiles, naturaleza viva y también muerte y misterio. Como la vida misma. Una vida que ahora se nos presenta atribulada por la pandemia que nos asola, una pandemia que cuando empecé a escribir ni siquiera se imaginaba en la ciencia ficción, pero que pasará. Y cuando pase los vientos, los mares y la Atalaya seguirán ahí aunque muchos de los nuestros ya no estén para verlo. Y cuando todo pase seguiré escribiendo. Sin un interés especial en que me lea nadie. Mi vanidad está colmada. Escribo porque me apetece. Porque cuando escribo leo. Y cuando leo aprendo. Además, si supiera de alguien que me lee me pasaría lo que lo que en la anécdota atribuida al genial Julio Camba, que a partir de que un señor de Cuenca le dijo que era un fiel lector suyo y que esperaba con impaciencia sus artículos en el ABC empezó a escribir sometido a la duda de si ese artículo le gustaría a su fiel lector de Cuenca.
En cualquier caso en este blog, que es mío personal, escribiré de los temas que me interesan y preocupan. Independientemente de si el tema es un asunto de actualidad política o no. Es más, intentaré escribir menos de política y más de otras cuestiones, aunque al fin y al cabo casi todo tenga implicaciones políticas. Termino recordando la frase del ensayista Antonio Basanta recogida por Irene Vallejo en su maravillosa obra que recomiendo vivamente “El infinito en un junco”. Basanta en su ensayo “Leer contra la nada” opina que “Leer es siempre un traslado, un viaje, un irse para encontrarse. Leer, aun siendo un acto comúnmente sedentario, nos vuelve a nuestra condición de nómadas” Leer salvó de la tristeza y de la desesperanza a muchas personas durante el duro confinamiento al que nos vimos sometidos. Por eso sigamos escribiendo y por supuesto leyendo. Para seguir siendo nómadas, para seguir siendo libres.
Pues aquí tienes a una lectora!!!
Todavía no he leído El infinito en un junco, pero lo tengo apuntado en mi lista.
Enhorabuena por tu blog,te enviaré alguna foto de la Atalaya en mis paseos mañaneros.
Gracias Marga! las fotos serán bien recibidas e incluso publicadas si cuento con tu permiso para ello. No dejes de leer «El infinito en un junco». Imprescindible para los que amamos los libros.