En esta semana que termina se han cumplido dos años desde las elecciones del cambio. Hace dos años que los españoles, al margen de las ideologías, apostaron por un proyecto político en el que depositaron sus esperanzas para enderezar el rumbo económico de España. De una España maltratada por dos legislaturas de gobierno socialista que merced a una descabellada política económica abocaba al país a la ruina y a la quiebra. Los socialistas han tardado dos años, en una especie de confesión en forma de memorias por parte de Solbes, en reconocer que conocían la magnitud de la crisis que se nos venía encima y que no hicieron nada y que incluso la negaron por bastardos intereses electorales. Y digo que nos votaron al margen de las ideologías porque en la actualidad ese “crespúsculo de las ideologías” que vaticinaba Fernández de la Mora allá por principios de los 70, está más vigente que nunca en el sentido de que los ciudadanos eligieron a los que consideraron más capaces de sacar a España de la crisis, aun asumiendo que habría que hacer sacrificios, porque no se sale de situaciones difíciles con soluciones fáciles. Cuando hablo de ausencia de ideología me refiero a la ideología entendida como sectarismo, no al modelo de gobierno en base a unos principios y valores capitales que practica el PP. Es verdad que cierto sector de la izquierda trata de revivir con nostalgia aquél periodo de las ideologías que no deja de ser un anacronismo, porque con ideología y sonrisas no se sale de la crisis como quedó acreditado tras el nefasto periodo de Zapatero.
Retomando el hilo argumental y volviendo a estos dos años de gobierno es conveniente volver a recordar la situación de la que partíamos para calibrar mejor la enormidad de los éxitos conseguidos. El derecho civil español prevé la posibilidad de que un heredero o beneficiario de una herencia pueda renunciar a ella cuando conlleva una serie de cargas y deudas a las que no puede hacer frente. El Gobierno del Partido Popular, el de Rajoy en España y el de Cospedal en Castilla-La Mancha, ni pudo ni quiso renunciar a la obligación que los votos de los ciudadanos les encomendaron pese a que la política económica del anterior gobierno destruyó más de tres millones de puestos de trabajo. Pese a que ocultaron un déficit de 30.000 millones de euros que hipoteca a futuras generaciones. Porque el PSOE se cruzó de brazos, Solbes lo ha confesado, mientras el resto de países europeos saneaban su sistema financiero. Dejaron el sistema de pensiones al borde de la quiebra, subió la edad de jubilación sin consenso y congeló las pensiones por primera vez en la historia. En sanidad dispararon la deuda sanitaria un 173% en sólo dos años y dejaron un agujero de 16.000 millones de euros de deuda. Y si hablamos de educación tenemos que hablar de unos índices de fracaso y abandono escolar que doblan los de la UE. Por cierto, el mismo día que se conmemoraban los dos años de gobierno, el 20 de noviembre, se debatía en el Senado la aprobación de la nueva ley de educación. Daba verdadera lástima escuchar a los representantes del PSOE y de otros grupos oponerse a una ley que busca precisamente arreglar los rotos y los descosidos producidos por largos años de vigencia de leyes socialistas. Este es el escenario desde el que partíamos y que estuvo a punto de conseguir que España fuera intervenida por parte de las autoridades europeas, como le pasó a Grecia. La decisión de los españoles de cambiar de rumbo ha hecho posible que ese dramático escenario ya sólo sea un mal recuerdo.
(la fotografía está extraída de la web de ABC)
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