Cada vez hay más personas en nuestro país que están hartas de la pretendida superioridad moral de la izquierda. Cada vez queda más en evidencia la doble vara de medir que aplican en muchas cuestiones. Ni en su vertiente social, ni en la económica, ni por supuesto en la moral, tienen nada que enseñar a una opción de centro-derecha moderna y reformista, que cuenta con el respaldo de millones de ciudadanos expresado en las urnas y que trabaja buscando el interés general. No el interés partidista. Resulta que ahora en muchas instituciones vuelve a gobernar la izquierda. La mayoría de las veces gracias a pactos con opciones de izquierda radical, como es el caso de Ciudad Real capital y de Castilla-La Mancha. De un tiempo a esta parte observo con preocupación como determinados movimientos sociales duermen el sueño de los justos. También asociaciones y colectivos, tremendamente reivindicativos cuando gobierna el PP, que callan ante desaires y menosprecios de la izquierda gobernante. En Ciudad Real, sin ir más lejos tenemos casos de asociaciones, no daré nombres, que en tiempos de gobiernos populares si no habían cobrado la subvención del año en curso en el primer trimestre, lo aireaban en prensa y merecíamos severos reproches, mientras que ahora que la han cobrado el 23 de diciembre, casi a año vencido, callan y otorgan. Sus motivos tendrán.
Recuerdo como si fuera hoy las pasadas legislaturas del Partido Popular. Temas como el “Prestige” y el “No a la guerra” conllevaron algaradas y cercos a las sedes del PP llamándonos asesinos. Más recientemente hemos tenido movilizaciones con la excusa de la Sanidad. Para cada evento se hacen una camiseta con un lema más o menos original. Todos recordamos la camiseta del Prestige, negra y con la banda celeste de la bandera gallega; o las letras rojas de sangre del “No a la guerra” de las camisetas del clan Bardem. Por cierto en esa guerra que derrocó a un tirano como Sadam, más bien en la atropellada retirada ordenada por ZP, el jeta de José Bono se autoconcedió la Cruz al Mérito Militar, ante la vergüenza generalizada de los militares que se jugaron la vida allí. Creo que ha tenido la delicadeza de no ostentarla en público.
Ahora vemos como las listas de espera crecen y que los pacientes que están en ellas están más tiempo. Pero no hay manifestaciones. Las bajas de personal no se cubren y las urgencias se colapsan ante las epidemias de gripe justo en las fechas en las que más de esperar son las epidemias de gripe, en enero. En las urgencias del Hospital de Ciudad Real los pacientes se amontonan en los pasillos a la espera de camas. El Gobierno regional de García-Page ataca la calidad de la atención sanitaria de urgencias en municipios importantes como Daimiel. Quieren eliminar de un plumazo, no sabemos con qué motivo, el Soporte Vital Avanzado con enfermería existente en el municipio, lo que supondría que los daimieleños perderían una atención de calidad más rápida y especializada. En la capital, el partido que gobierna sin ganar las elecciones, anuncia mociones pidiendo al Gobierno de España cosas ante las que callaba cuando gobernaba el PSOE a nivel nacional. Ahora se dan cuenta de que les faltan luces. De que las farolas de las autovías están apagadas desde 2010, siendo ministro de Fomento su compañero de filas Pepiño Blanco, pero ahora les urge que se enciendan. Con este tipo de acciones los ciudadanos se hartan de los políticos. No se puede hacer o decir cosas distintas dependiendo si estás en el gobierno o en la oposición. Son unos pocos ejemplos, pero podría poner más, de la doble vara de medir con la que la izquierda mide la gestión de los gobiernos dependiendo del color que sean.
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