La próxima semana es fundamental para España porque el domingo 27 de septiembre son las elecciones en Cataluña. Mira que me había jurado y perjurado que no volvería a escribir sobre este asunto, pero al final vuelvo a Ortega y Gasset y opino, como él, que “el español que pretenda huir de las preocupaciones nacionales será hecho prisionero de ellas diez veces al día y acabará por comprender que para un hombre nacido entre el Bidasoa y Gibraltar es España el problema primero, plenario y perentorio”. Y ciertamente la actitud del señor Mas y de sus socios preocupa en España y es un problema plenario y perentorio. Más que la actitud en sí, preocupa que se pueda romper España sólo por las veleidades de cuatro bandarras que creen que así tapan sus vergüenzas en cuanto a gestión y también, por qué no decirlo, sus vergüenzas en relación al famosos 3% de las comisiones. De nada les sirve que todas las instituciones europeas como la OTAN y la propia Unión Europea les hayan dicho que si se separan de España dejarán de formar parte automáticamente de las mismas. De nada les ha servido saber que ningún país reconocerá diplomáticamente a una Cataluña independiente. Ni siquiera las palabras de Obama, (“Obama, quién se habrá creído que es”, pensará Junqueras) diciendo ante el Rey que desea una España fuerte y unida, les ha hecho retroceder un milímetro en su loco empeño. Esta estrategia de crispación hace que en Cataluña el ambiente esté enrarecido. Bancos muy importantes que han sido el santo y seña de la Cataluña industrial y laboriosa se plantean abiertamente dejar la región. Otros empresarios importantes también. Por no hablar del daño que esto hace a los productos catalanes. Cataluña exporta más al resto de España que al resto del mundo, y ya hay muchos españoles fuera de Cataluña que evitan comprar productos catalanes.
Frente a esto, a los demás nos corresponde trabajar para que no se rompa España. Una España que hace pocos días intentó romper simbólicamente un diputado de Amaiur, rompiendo en la sede de la Soberanía Nacional un ejemplar de la Constitución Española. Qué poco valoramos los españoles lo que tenemos. Qué poco valoramos nuestra Constitución, aunque estemos prestos a homenajearla cada año. Por desgracia, hay un porcentaje importante de catalanes que se han creído la patraña. Pero son muchos más los que por ser catalanes se sienten españoles. Y por ellos no podemos dejar de dar la batalla a esta gente que quiere levantar muros en vez de tender puentes. No podemos bajar los brazos ni siquiera en Ciudad Real, y por eso el Grupo Popular en el Ayuntamiento llevará al próximo pleno municipal, a celebrar el próximo jueves, una moción en defensa del Estado de Derecho y de la cohesión de España. No es una moción contra nadie, sino una moción que quiere poner de relieve la grandeza de un país unido bajo unos símbolos y bajo unos anhelos comunes. Una nación, España, que es tanto más fuerte cuanto más diversa. No tememos la diversidad, sino el fraccionamiento. El próximo jueves alzaremos la voz por esos que en Cataluña están silenciados y les enviaremos el ánimo y el aliento de otros españoles que no se resignan a ver como ciertos políticos de tres al cuarto quieren romper lo que tanto tiempo llevó conseguir, a costa de mucho trabajo, de mucho sudor y a veces también, por qué no decirlo, a costa de mucha sangre. De sangre española que riega las tierras del mundo desde California al Río de la Plata, en América; Desde Filipinas a Omán, en Asia; Desde Argel al Sáhara, en África; Desde los Países Bajos a Sicilia, en Europa; Desde las Islas Marianas a las Carolinas, en Oceanía. Por todo esto no nos podemos permitir bajar los brazos. No nos podemos permitir “dejar hacer” a los que quieren romper España.
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