La capacidad de adaptación al medio de la señora Zamora es sorprendente. No hay un acto en el que participe y en el que le den la oportunidad de hablar, en el que no se mimetice con el entorno, pero no para pasar desapercibida como el camaleón, sino para intentar destacar. Si acude a un acto cofrade, pese a la evidente incomodidad en la que se encuentra, es la más cofrade. Y recuerda sus tiempos adolescentes y su fervor mariano. Sucede que después le quita las subvenciones a las cofradías y eso ya no es muy cofrade. Si va a un acto en el Colegio de Abogados, ella es una colegiada más. Faltaría más. Si el acto es con empresarios, ella recuerda sus tiempos de joven empresaria. Pero es que si va a un acto con agricultores, como en la comida de ASAJA, ella es la más agro del lugar y recuerda con orgullo que su familia procede del campo (como la de casi todos en esta tierra manchega de vides y olivos). Pero aquí también omite los detalles. Tras decir que “como hija de agricultor, ella siempre estará al lado de los agricultores”, no dice que cuando el Partido Popular le propuso hace escasos dos meses rebajar el tipo de gravamen del Impuesto de Bienes Inmuebles para usos agrícolas, ella se negó. Es la más rural, pero no les quiso bajar los impuestos a los agricultores a los que dice apoyar. Pues así con todo. Me recuerda a la canción de la inolvidable Cecilia, esa en la que la dama era “la novia en la boda, el niño en el bautizo…”
A los trabajadores de parques y jardines de la contrata municipal, que hace unos días se manifestaron ante el Ayuntamiento, no les dijo que era jardinera, ni siquiera aficionada. No se lo dijo porque no bajó a hablar con ellos, que si no se lo hubiera dicho. Mandó a un concejal que nada tiene que ver con el tema. No habló con ellos el concejal de Hacienda. No habló con ellos la concejal de medio ambiente, ni siquiera la concejal portavoz. Mandó al concejal de policía, que digo yo que fue excesivo, porque los manifestantes fueron respetuosos en todo momento. Además no se siente identificada con ellos. Sus problemas, sus inquietudes y sus tensiones ante un incierto horizonte laboral, a Zamora le dan igual. Y le dan igual porque es ella la que ha generado esos problemas, esas inquietudes y esas tensiones. Porque conviene aclarar que la propuesta que aprobó la Junta de Gobierno el pasado jueves y que se vendió por parte del equipo de Gobierno como la solución definitiva a la incertidumbre de los trabajadores, es un “volver a empezar” en un problema que crearon Pilar Zamora y sus socios de Ganemos/Podemos. Un problema que no ha hecho sino crecer en estos dos últimos años y medio, siendo ahora la Mesa de Contratación del Ayuntamiento, convocada para el lunes 18, la que debe negociar las nuevas condiciones económicas de la prórroga con la empresa, ya que, de momento, lo único que se ha aprobado de forma unilateral por el Ayuntamiento es la continuidad en la prestación del servicio por parte de la empresa, algo que, no garantiza la totalidad de los puestos de trabajo. Por ello el Grupo Popular presentará una moción en el próximo Pleno del Ayuntamiento (moción que ya conocen los trabajadores), pidiendo que se garanticen los puestos de trabajo de una vez por todas y que se incluya claramente en el pliego de condiciones una cláusula que lo especifique. Definitivamente parece que Zamora le tiene manía a estos trabajadores.
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