La ministra de Defensa, María Dolores Cospedal, anunció hace unos días que el Día de las Fuerzas Armadas se celebrará este año en nuestra región, concretamente el próximo 27 de mayo en Guadalajara. Una gran noticia que habrá hecho feliz a mi amigo Antonio Román, gran alcalde y mejor persona. La celebración del Día de las Fuerzas Armadas, presidida por el rey, se remonta a 1978, cuando se estableció la conmemoración anual de una fiesta de carácter nacional que homenajeara a los Ejércitos y fomentara el conocimiento y la integración entre los mismos y la sociedad. Lo que en estos momentos se llama “cultura de defensa” y que no es otra cosa que conocer, querer y respetar a nuestras Fuerzas Armadas por lo que representan, y porque son la garantía de la salvaguarda de nuestra libertad y de nuestra seguridad. La pasada semana Agustín Conde, secretario de Estado de Defensa, compareció en el Congreso. Allí defendió la necesidad de contar con unas Fuerzas Armadas con capacidad para “defender los derechos y libertades frente a cualquier amenaza externa, la integridad del país y el mantenimiento de la paz”. Continuó diciendo: “los que creemos que tenemos un gran país que ha construido grandes cosas, que ha levantado una sociedad ejemplar en muchas cosas y en el que se vive mucho mejor que en la mayoría de sitios del mundo, queremos tener la capacidad de defender eso y que nadie imponga un modo de vida a los españoles distinto del que defendemos. Para eso están las Fuerzas Armadas, para que a mi hija no le ponga un burka nadie. O para que no destruya nadie el hospital que con tanto esfuerzo se ha construido”. Esto fue en contestación a PODEMOS, que siempre ha criticado el gasto en nuestra Seguridad y en nuestra Defensa aún a sabiendas de que eso supone tener un país más débil, menos protegido y que garantice menos la seguridad de sus ciudadanos. Es sorprendente que no les moleste que un país como Venezuela, al que ponen como ejemplo y que parece que incluso desean que España se parezca a él, invierta el 1,2% del PIB en Defensa, mientras que España no llega al 1%. Suscribo la frase final de su contestación cuando dice: “Algunos parece que quieren un país cuanto más débil mejor. Otros queremos un país fuerte, sólido, seguro y con capacidad de disuasión”.
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