Viendo las actuaciones en el “hemicirco” del Congreso de los Diputados, de los diversos miembros (y quizá habría que añadir aquello de “miembras”) de los partidos de ultra izquierda, se me viene a la cabeza el título de aquella famosa canción, “lo tuyo es puro teatro…”. Escenificaron lemas, consignas, juramentos de acatamiento a cual más estrafalario y hasta amamantaron a un bebé que, como bien dice Manuel Valero, corre el riesgo de acostumbrarse demasiado pronto a la teta parlamentaria. Esta gente presume de manejar bien las redes sociales y de ser expertos en comunicación política, pero en lo que de verdad son expertos es en rememorar el pasado de su ideología. Un ejemplo: cuando los alemanes invadieron la Unión Soviética en 1941, los dirigentes soviéticos se dieron cuenta que el pueblo ruso no se sacrificaría por el marxismo-leninismo, ni por la dictadura del proletariado. Su propaganda cambió radicalmente. Había que apelar a la Patria. Apelar a los sentimientos. Películas sobre Alejandro Nevsky o sobre Pedro el Grande, encargadas a cineastas soviéticos, se proyectaron hasta en el último rincón de la URSS por orden directa de Stalin para adoctrinar al pueblo y así, la Segunda Guerra Mundial, en la URSS se llamó la “Gran Guerra Patriótica”.
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