“Resentidos, torpes y cobardes” no sólo es un magnífico libro de Alfonso Ussía, son también tres adjetivos que definen a la perfección a algunas personas que nadan en la actualidad en las procelosas aguas de la política. Personas que están convirtiendo a España, y yo añado a Ciudad Real, en un “abismo hacia la basura”, en palabras del maestro Ussía. En este caso, en Ciudad Real la metáfora no puede ser más certera si observamos como están las calles, los contenedores y las papeleras. El proceder de un mediocre como Pedro Sánchez está envenenando y crispando tanto, que otros mediocres intentan emularlo ante la perplejidad de los socialistas honrados, que asisten horrorizados a este suicidio de su partido, antaño referente de moral y de sentido de Estado. Cuando en el ya famoso debate de campaña electoral, el aspirante Sánchez insultó al presidente del Gobierno, este hecho sirvió de acicate para que unos días después un joven le agrediera y que, por las mismas fechas, la persona que hoy ocupa la alcaldía de Ciudad Real llamase sinvergüenza al presidente del Gobierno. Lo que ocurrió en el pasado pleno del Ayuntamiento de Ciudad Real define a la perfección a la nueva casta de socialistas y podemitas que han ocupado el poder. Personas mediocres la mayoría de ellas, criadas a los pechos de sus organizaciones y cuyos certificados de vida laboral no recogen ni un solo día cotizado fuera de la política.
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