Hoy lunes 17 de noviembre hace justamente cuarenta y un años desde que Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos, pronunciase la famosa frase que, a la postre, lo llevaría a dimitir unos meses después, en agosto de 1974. Fue en Orlando (Florida), en el marco del escándalo Watergate, cuando el presidente Richard Nixon miente ante 400 periodistas de Associated Press, al pronunciar su famosa frase: “I’m not a crook” (algo así como “no soy un ladrón, o no soy un sinvergüenza), después de decir que él nunca se benefició de su cargo o que nunca obstruyó la justicia. Ya he hablado aquí otras veces de la famosa teoría del lingüista Lakoff, según la cual cuando negamos un marco conceptual, lo evocamos. Así, la frase anterior pronunciada por un presidente, convertía en posible lo que antes de pronunciarla resultaba imposible para el pueblo estadounidense. Algo parecido me pasa cuando escucho al líder de los socialistas, el señor Pedro Sánchez, hablando de corrupción. Sánchez visitó la provincia de Ciudad Real el mismo día que conocíamos que el Tribunal Supremo va a investigar a los ex presidentes socialistas Chávez y Griñán, en el marco del macroproceso de los Eres fraudulentos. En sus visitas a “provincias”, el señor Sánchez acostumbra a pronunciar diatribas altisonantes y frases engoladas muy del gusto de su auditorio. La última perla, pronunciada en nuestra provincia, fue “ser socialista es librar un combate sin cuartel contra la corrupción”.
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