Tras el histórico día vivido con motivo de la proclamación de D. Felipe VI tocaba para el Gobierno seguir con el trabajo encomendado y justo al día siguiente, el pasado viernes, se aprobaba una reforma fiscal que conseguirá que los ciudadanos tengan más dinero disponible en sus bolsillos. Es curioso que los mismos que criticaban la subida de impuestos, sin reparar en que esa subida se debió a su negligente gestión, critiquen también ahora la bajada. Tras haber pasado por graves dificultades económicas y haber tenido que tomar impopulares medidas para salvar al país de la quiebra y evitar el consiguiente rescate internacional, ha llegado el momento de bajar los impuestos para compensar a los españoles por los sacrificios realizados y favorecer la senda de crecimiento recién emprendida. Se trata de una reforma fiscal bien encaminada que, gracias a que las reformas estructurales llevadas a cabo en los dos últimos años comienzan a dar sus frutos, hará que Hacienda disponga de un margen mayor que el previsto inicialmente para reducir la tributación sin que ello perjudique la imprescindible consecución de los objetivos de déficit público. Una reforma que cabe enmarcar en las buenas perspectivas de recuperación que presenta la economía, que dobla su previsión de crecimiento. Según el diario económico CINCO DÍAS “la reforma Montoro consiste en una fuerte rebaja generalizada del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), una reducción del Impuesto sobre Sociedades y un descenso de la fiscalidad del ahorro». Opina que el Ejecutivo ha creído llegado el momento de cambiar de “partitura» debido a que los ajustes han surtido los efectos deseados y “se ha decidido devolver algo de alegría a los bolsillos de los contribuyentes, con el fin de animar el consumo e impulsar la actividad».
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