El protocolo ha sido fuente de más de un quebradero de cabeza a los organizadores de ciertos eventos. Corrijo, el protocolo no da quebraderos de cabeza, lo que hace que un acto falle suele ser la ausencia de protocolo o los egos de los participantes que se lo quieren saltar en virtud de una pretendida autoridad. Algo así pasó esta semana pasada con el presidente de la Generalidad de Cataluña que preso de su delirio “nacional” pretendió ser más de lo que es. El señor Mas plantó a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la entrega de premios de la patronal catalana “Fomento del Trabajo”, celebrada en Barcelona. Fuentes de la Generalidad explicaron que al conocerse que Sáenz de Santamaría asistiría al acto en calidad de presidenta del Gobierno en funciones, debido al viaje de Mariano Rajoy a la Cumbre Iberoamericana de Panamá, Mas declinó su presencia porque, en tanto que presidente de la Generalidad, sólo participa en actos oficiales que presida o cierre él, salvo en el caso de que asista el Rey, el Príncipe de Asturias o el presidente del Gobierno. Un caso flagrante de intento de saltarse el protocolo y como no me dejan, no voy. Se perdió el discurso de la vicepresidenta del Gobierno que hizo un llamamiento a gobernar en un «marco permanente de lealtad institucional» y advirtió de que se es consciente del valor de la concordia y la convivencia cuando se corre «el riesgo» de perderlas. Asimismo, subrayó que el Gobierno «trabaja para todos» y es responsable de garantizar la recuperación de la economía, también la catalana, con reformas estructurales. «Debemos compartir responsabilidades, generando una lealtad institucional entre el Gobierno de España y el catalán», apuntó.
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