Hoy es domingo de campaña electoral en Cataluña. Cuando aún se siguen escuchando los ecos de la victoria electoral de Obama, <<cuatro años más, dijo en su cuenta de la red social “twitter”, nada más conocer el resultado>>, en Cataluña nos jugamos otros cuatro años más de tostón nacionalista. Y digo tostón porque en el caso de que Arturo Mas ganase con mayoría absoluta, seguiríamos oyendo la cantinela interesada del independentismo, o de la consulta soberanista, o de como quiera llamarle según sople el viento del lado de Montjuic o del lado de la costa.
Aún se escuchan las risas de los mandatarios rusos cuando la comitiva catalana salió del lujoso hotel de Moscú en el que se alojaba en dirección al Kremlin con la pretensión de entrevistarse con algún alto dignatario, cuanto más alto mejor. <<Excelencia, está aquí el presidente de Cataluña, que quiere verle. “¿Cata- qué…” respondió el mandatario ruso. Cataluña excelencia, respondió el ujier…>> algo así debió suceder durante el costosísimo periplo ruso de Arturo que se saldó con un estruendoso fracaso. Bromas aparte, hoy en día el Partido Popular es el único partido en Cataluña que defiende sin complejos la unidad de España. Está en juego la convivencia en Cataluña y el riesgo de división de las familias. Quizá es exagerada la campaña publicitaria que se ha podido ver estos días en las que aparece una frontera custodiada por un policía catalán a un lado y por un guardia civil a otro, pero sin duda es la imagen gráfica de lo que no puede pasar bajo ningún concepto. Con la que está cayendo en España y por ende en Cataluña, basar una legislatura en reivindicaciones identitarias me parece una frivolidad que no debe quedar sin castigo por parte del electorado.
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