“Resentidos, torpes y cobardes” no sólo es un magnífico libro de Alfonso Ussía, son también tres adjetivos que definen a la perfección a algunas personas que nadan en la actualidad en las procelosas aguas de la política. Personas que están convirtiendo a España, y yo añado a Ciudad Real, en un “abismo hacia la basura”, en palabras del maestro Ussía. En este caso, en Ciudad Real la metáfora no puede ser más certera si observamos como están las calles, los contenedores y las papeleras. El proceder de un mediocre como Pedro Sánchez está envenenando y crispando tanto, que otros mediocres intentan emularlo ante la perplejidad de los socialistas honrados, que asisten horrorizados a este suicidio de su partido, antaño referente de moral y de sentido de Estado. Cuando en el ya famoso debate de campaña electoral, el aspirante Sánchez insultó al presidente del Gobierno, este hecho sirvió de acicate para que unos días después un joven le agrediera y que, por las mismas fechas, la persona que hoy ocupa la alcaldía de Ciudad Real llamase sinvergüenza al presidente del Gobierno. Lo que ocurrió en el pasado pleno del Ayuntamiento de Ciudad Real define a la perfección a la nueva casta de socialistas y podemitas que han ocupado el poder. Personas mediocres la mayoría de ellas, criadas a los pechos de sus organizaciones y cuyos certificados de vida laboral no recogen ni un solo día cotizado fuera de la política.
Que solo han sentido el frío de la madrugada cuando vienen del botellón, no porque se hayan tenido que levantar a trabajar. Esa es la gente que durante el pasado pleno protagonizó un incidente miserable a cuenta de la renuncia de Rosa Romero. Una renuncia que no voy a explicar desde el punto de vista jurídico porque hasta los protagonistas del vergonzoso suceso han reconocido que su acto no tiene mucho recorrido legal. Sin duda se trata de una maniobra artera para evitar que tome posesión la siguiente persona de la lista del PP, quedándonos así con un concejal menos tras la marcha de Rosa Romero para ocupar las altas responsabilidades que ostenta en la Mesa del Congreso. A la vista de la patulea que nos gobierna o que nos quiere gobernar en España, no me queda más remedio que pensar en lo que fue el Partido Socialista y lo que hoy es. Imposible no acordarse de socialistas decentes como Joaquín Leguina, Manuel Morán o Enrique Mújica. Pero sin salir de Ciudad Real me acuerdo de muchos con los que he debatido y discutido en los plenos municipales, siempre con mesura y primando las buenas formas y la buena relación personal fuera del pleno. Portavoces como Javier Naharro, un señor, o como Ángel Amador. Concejales como Agustín Espinosa, dialécticamente formidable, o como Antonio Cifuentes y Teresa Espinosa, siempre vehementes a la hora de defender sus ideas, pero siempre correctos. Todos ellos son ejemplo de socialistas a la antigua usanza y curtidos en la brega. Pero lo que hoy tenemos enfrente pasará a los anales de la ciudad como el gobierno más mezquino y más sectario de la historia local. Jamás se había visto un acto de revanchismo y de inquina hacia al rival como el que protagonizaron en el pasado pleno. Ni siquiera que sean una marioneta en manos de Ganemos/Podemos les puede servir de disculpa. En Ciudad Real no nos merecemos un gobierno así. Señora Zamora, si le queda un ápice de dignidad debería dimitir.
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